viernes, 11 de abril de 2008

DESEO SEXUAL FEMENINO Y POSTPARTO

Desde que naciera mi hijo he contado a numerosas mujeres como viví mi parto y embarazo. Lo he hecho en centros cívicos y en reuniones organizadas con otras mujeres embarazadas y que amamantan… Es de vital importancia compartir experiencias positivas. Muchas dudas son aclaradas y muchos miedos superados.

Desde hace más de 12 años he participado como docente facilitadora en actividades formativas dirigidas a las mujeres, siempre con el objetivo de reconectarnos con nuestra sabiduría innata, nuestra Diosa Interior.

Al final de una sesión en un taller feminista sobre Género para mujeres de un pueblo de Granada, una participante me preguntó, quería saber si era normal que hubiese perdido su deseo sexual a raíz del nacimiento de su hijo. La falta de deseo sexual es ya uno de los problemas sexuales más comunes para las mujeres, ahora entiendo que después de un embarazo se agrave. Es durante mi experiencia del puerperio que encontré mis propias respuestas. No se trata de una pérdida del deseo sexual sino de una modificación en el comportamiento y hábitos sexuales. Y que cambio tan maravilloso. Porque si nos conectamos con el nuevo ritmo de nuestra bebé interior descubriremos que tenemos todo el tiempo del mundo para las caricias, los susurros, la abundancia, el amor. Ahora que somos madres sabemos que es posible amar desde la entrega absoluta. Queremos que nuestros hombres también se enteren, se entreguen; hombres que sepan acompañarnos, que nos contengan, nos ayuden. Que sepan cuidarnos y mirarnos a los ojos. Que saben decirme Te Amo, desde el corazón.

Vivimos en una cultura falocrática y coitocéntrica. Es decir, para la mayoría de las/os occidentales las relaciones sexuales normales son un breve preludio de caricias y acto seguido la penetración que culmina con la eyaculación y orgasmo del hombre (ojalá los hombres sepan que orgasmo y eyaculación son dos cosas diferentes). A las mujeres esto se nos queda corto, pero nos hemos acostumbrado, igual que nos hemos acostumbrado a parir con violencia.

Una mujer que acaba de parir necesita tiempo, mucha comprensión y amor por parte de su compañero, es así que ella podrá centrarse en la crianza de su hija/o con alegría y armonía, y escuchar el resurgir de su deseo sexual, si su hombre sabe rodearla con sus brazos y reconocer su propia niña interior. ¡Hombres, no tengáis miedo de amar! La mujer que hay a vuestro lado es una fuente de belleza y amor infinita, una Diosa que ahora se proyecta hacia esa criatura hermosa que acaba de nacer y hacia la vida misma. Aprovechad este momento para desarrollar vuestra capacidad de amar, tomad la decisión de aprender a entregaros, practicad la belleza de la mano que acaricia, la palabra amorosa, el silencio que escucha.

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